Nombre: María Posada Castaño
Colegio:Hernando Vélez Marulanda
Gracias por permitirme participar en la red de jóvenes escritores. Estoy muy agradecidas con ustedes por que para mi es muy importante expresar y hacer ver a las personas lo importante que es escribir y leer, porque por medio de la escritura se puede expresar cosas que muchas personas no pueden ver.
Mil y mil gracias.
El jardín de Marisol
María Posada Rojas. Grado 8°–Categoría 2
Pereira–Rda. Colegio Hernando Vélez Marulanda. Finalista.
Se trata de una niña llamada Marisol. Ella es una niña muy alegre, y le gusta mucho la naturaleza. Siempre cuida de ella, es muy amiga de los animales y está pendiente de lo que le pasa a sus plantas, pues es muy amante del jardín y fiel admiradora de las flores.
Un día, su papá la llevó de paseo y fueron a un bosque, donde había una cabaña. La niña admiró tanta belleza y fue a dar una vuelta, cuando escuchó un ruido y se escondió detrás de un árbol. Una persona estaba talando un árbol. Ella se asustó y gritó:
– ¿Quién está haciendo esto?
Y caminó hacia donde se estaba cometiendo el crimen. Vio a un hombre y le dijo:
– Señor, ¿por qué está cortando los árboles?
Y luego él respondió:
– ¡Tengo que cortar los árboles, porque de los árboles sacamos la madera que necesitamos para hacer muchos artículos!
– ¡Sí, yo sé!, pero no es justo que talen los árboles, porque ellos nos dan el oxígeno, y además, nos proporcionan alimento, medicina. ¿Sabe usted cuántos animalitos morirían en la Tierra, porque con el Sol directo sería imposible vivir? ¿Sabe cuántos pajaritos emigrarían al quedar sin hogar? –respondió Marisol.
Marisol llegó a su casa y le contó a su papá lo sucedido. El papá le dijo:
– Hija, no te pongas triste, debes de saber que los árboles son para cortarlos, porque son útiles.
– ¡Yo sé, pero no importa, a mí no me gusta que corten las plantas ni los árboles, ni que maten los animales! –exclamó Marisol con tristeza.
Al otro día el papá y su hija viajaron para su hogar. La niña llegó muy feliz a su casa y fue a ver cómo estaba el jardín que tenía. Se colocó su vestido de jardinera, empezó a regar las flores, y como ella tenía un perro, lo abrazó. Y lo miraba mientras andaba por el cultivo.
Al otro día, la niña se fue al colegio, y unos amiguitos se le metieron en el jardín y le destruyeron todas sus plantas escondidas.
Marisol llegó del colegio y como de costumbre se fue a colocar su vestido de jardinera para ir a regar las sus flores, y cuando vio sus flores dañadas, lloró y exclamó:
– ¡Mis flores, mis flores!
Muy triste, se agachó y cogió las flores. Las volvió a organizar, pero el jardín no le quedó como antes. Al otro día llegó al colegio muy triste, y sus compañeros le dijeron:
– ¿Qué te pasó, Marisol?
Y Marisol contó lo sucedido. La escucharon y respondieron:
– ¡Qué pesar, como tenías el jardín de hermoso!
Y Marisol llegó a la casa y se acostó en su cama muy triste. Al otro día, Marisol le contó lo sucedido al su papá, quien respondió:
– ¡Hija, lo lamento, es verdad que lo tenías muy bonito! Te prometo que te voy a arreglar el jardín como lo tenías antes.
– ¡Muchas gracias, papá, la verdad es que he tenido una gran pérdida! –le dijo Marisol. Mientras tanto, sus amigos del colegio, quienes le dañaron el jardín, estaban planeando:
– Vamos otra vez al jardín de Marisol, y le organizaremos el jardín como lo tenía antes.
Y así lo hicieron, aprovecharon el tiempo que Marisol no estaba, y lo organizaron otra vez. Cuando llegó la niña, encontró el jardín como antes o quizás más lindo.
Tenía una carta que decía: Marisol, lamentamos haberte dañado el jardín. Fuimos tus amigos Nancy y Freddy. Marisol leyó la carta, y comprendió de corazón. No hubo rencor. Los perdonó y se sintió muy contenta. Todo terminó muy feliz.
Y les agradeció que hubieran enmendado su error, a la vez que les dio una lección sobre el cuidado de las plantas y animales. Ellos le prometieron jamás volver a atentar contra la naturaleza. Más tarde fueron niños y gente de la paz natural. Eran los que protegían, sembraban hortalizas en los jardines, colocaban escritos en el colegio, motivo que llenó de felicidad a Marisol, hasta el punto de llegar a concientizar toda la institución educativa.